Entrevista a Takeda Yoshinobu Shihan

Takeda YoshinobuLa siguiente entrevista fue realizada en 2006 por el Aikikai Hombu Dojo, después de que Takeda Shihan fuera galardonado con el octavo dan por Doshu. Publicada originalmente en la Revista anual de Hombu Dojo, ha sido traducida al inglés por Ayano Seymour.

La versión en castellano que aquí publicamos corresponde a Joaquín Sánchez Cruces.

Hombu: Cuéntenos cómo comenzó a enseñar.

Takeda Shihan: Desde el principio me gustaron las artes marciales, y solía practicar Judo y Kendo, pero un día vi un anuncio en el periódico presentando Aikido como un «arte marcial místico», así que fui con curiosidad a Yurakucho, Tokyo, a ver de qué se trataba. Vi personas siendo lanzadas una tras otra y decidí empezar, pensando que sería divertido poder hacer eso. Fue, más o menos, cuando tenía 20 años. Kisshomaru Sensei, Arikawa Sensei, Tada Sensei y Tamura Sensei solían ir a enseñar allí. Cuando empecé, cada clase tenía alrededor de 20 personas; sumaban unos 100 miembros en total.
En ese momento, durante el entrenamiento, los practicantes atacaban muy duro. Mi muñeca siempre estaba hinchada, pero nunca sentí que fuera grave. Pensaba que así era el Aikido y estaba orgulloso de ello. Mi brazo se hizo más y más grande. Yo estaba trabajando para una compañía de ferrocarriles, y mi brazo ya no lograba caber en la manga del uniforme.
Todavía me acuerdo de cuando alguien fue lanzado sobre mí, cuando mi cuerpo estaba en el tatami tomando ukemi. El talón de esa persona golpeó mi ojo, que se hinchó. Cuando fui a ver al médico, el profesional dijo: «No puedo creer que no haya perdido la vista». Tuve una hemorragia severa. Cuando sufrí esa lesión, Tamura Sensei cubrió mi ojo con la palma de su mano y dijo: «Va a estar bien». Tamura Sensei era macrobiótico, por lo que puede haber tenido algo de conocimiento acerca de la terapias naturales. Esa puede ser la razón por la que no perdí mi vista.

Hombu: Escuchemos una historia o un recuerdo de Osensei.

Takeda Shihan: Cuando Yamaguchi Sensei regresó de Myanmar y montó un dojo en Roppongi, Tokio, empecé a asistir a sus clases allí también. Yamaguchi Sensei nos contaba historias de Osensei, y luego comencé a frecuentar Hombu Dojo.
Si tengo que usar una sola palabra, la impresión que obtuve de Osensei equivale a «luz». Eso no significa “luminoso” o “brillante”; él tenía una luz que hacía todo transparente. El toque que sentí de Osensei en el dojo no era mucho la sensación del contacto, sino que era como electricidad a través de mi cuerpo, o una electricidad que nos conectaba a Osensei y a mí juntos. Osensei me guiaba mientras yo agarraba su brazo, pero no tenía la sensación de estar agarrando. Era una suerte de asimilación. Probablemente, debería decir que era como «ser absorbido por un brillante agujero negro».

Hombu: ¿Cómo empezó a enseñar?

Takeda Shihan: Al principio no pensaba en ser maestro, para nada. Mi único pensamiento era «Aikido es una gran alegría». Cambié de trabajo más de 10 veces para asistir a tantas clases en el día como fueran posibles (risas). Todavía, de hecho, no tengo la sensación de que soy un maestro. Hago Aikido porque disfruto del entrenamiento.
La oportunidad de enseñar llegó cuando Nonaka Hifumi Sensei, que daba clases en Kamakura, se mudó de nuevo a su ciudad natal, en Kyushu. Yamaguchi Sensei me dijo que me hiciera cargo del dojo en Kamakura. Tenía entonces 25 años y sólo dije «Sí, seguro, muchas gracias», sin pensar mucho, y me mudé a Kamakura, desde Tokyo, inmediatamente. Yamaguchi Sensei se sorprendió (risas) porque, de haber tenido sentido común, hubiera ido de visita sólo un par de veces a la semana en lugar de cambiar el lugar en el que vivía. Incluso en ese momento, me enfocaba en la práctica para mí, en lugar de en la enseñanza.
Kisshomaru Sensei era muy amable conmigo. Pertenecía a la misma generación que Yamaguchi Sensei, por lo que Yamaguchi Sensei, a menudo, lo llevaba a entrenar junto con él. A veces, cuando los dos profesores acudían al dojo, sólo había diez estudiantes. Esa situación era un desperdicio, pero a la vez constituía un momento preciado. En esa época, Kisshomaru Sensei estaba tratando de difundir el Aikido. Aun así, tenía una actitud distante del mundo y no se preocupaba por las cosas pequeñas. Él me trató cálidamente. Estoy muy agradecido por el hecho de que prestara atención a algunos estudiantes entusiastas de mi grupo. Esos estudiantes son ahora instructores en diferentes lugares.
Yamaguchi Sensei solía comunicarse con nosotros de corazón a corazón; incluso lo hacía con los estudiantes de secundaria. No era tanto un profesor que enseña a un alumno como alguien que entrenaba con ellos al mismo nivel. Quedé muy impresionado por la actitud de Sensei, y también fui enormemente influenciado por ello.

Hombu: ¿Cómo era Yamaguchi Sensei?

Takeda Shihan: No era como un artista marcial sino como un filósofo. Perspicaz. Él tenía su propia visión de mundo, o debería decir su «visión universal». Yamaguchi Sensei nos contaba de cuando era piloto de la Fuerza Aérea en Edajima.* Decía que el día antes de ir a la batalla no tenías nada que hacer después, ya que te preparabas para morir. En ese momento –relataba– se recostaba sobre la hierba y miraba hacia el cielo, pensando que el cielo era hermoso, que las flores estaban abriéndose maravillosamente y, también, que debía derrotar a los enemigos que lo atacaran. Contaba con la sensibilidad para amar la naturaleza y los animales en una mano, y con el poder para atacar a los oponentes, para defenderse, en la otra. La vida y la muerte, el mundo que contiene vida y muerte al mismo tiempo… La guerra llegó a su fin antes de que Yamaguchi Sensei fuera a la batalla, después de todo. Estaba dispuesto a morir y, entonces, sobrevivió. Supongo que tuvo algo importante que sentir sobre el significado de la vida, no a través de su intelecto sino a través de su cuerpo.

*Edajima: lugar en el que los pilotos japoneses fueron entrenados como pilotos suicidas kamikaze.

Doshu &Takeda sensei
Doshu Moriteru Ueshiba junto a Takeda Yoshinobu sensei.

Hombu: Usted nos dijo que no se considera un maestro. En ese caso, ¿cómo lleva adelante la clase?

Takeda Shihan: Para mí, practicar Aikido es agradable e interesante. Si las personas no están de acuerdo con esto, entonces no tiene sentido obligarlos a que adopten esa manera de sentir la práctica; pero si ellos están de acuerdo, les digo «¡Vamos a practicar juntos!». Eso es todo lo que puedo hacer, para ser honesto. Si la clase es para principiantes, doy a esos practicantes la idea de que el Aikido es interesante y agradable, porque empezar es lo más importante.
La caligrafía que tengo en mi dojo dice «Aiki». El monje que solía ser un vice preceptor del templo Eiheiji la dibujó para mí. Es “Aiki”, en vez de “Aikido”. En su momento, le pregunté por qué faltaba el «Do» (camino); lo que él me dijo, a su vez, fue «Tú encuentras tu propio camino»(risas).
Es agotador enseñar Aikido a personas de voluntad débil o sin intención. Yo no creo que sea algo bueno alimentar un animal sin dejar que atrape su propio alimento. De la misma manera, la gente sin intención puede terminar esperando todo el tiempo, si no hace un esfuerzo, que alguien acuda a enseñarle.
A veces, innecesariamente, ayudo a algunos que están luchando, pero, por lo general, es una cuestión de tiempo que cambien. Por ejemplo, el queso o el natto necesitan tiempo para fermentar. Si este tipo de personas tiene una buena actitud y practica lo suficiente, lo único que verdaderamente puedo hacer es callar y esperar.
Con respecto a las graduaciones, yo no las otorgo sólo porque una persona puede hacer tal o cual técnica. Depende de la actitud y del entusiasmo de la persona el que pueda graduarse. Si puedo decir que la persona va a mejorar en un tiempo, a veces doy la recomendación para que tome examen. No es el detalle de las técnicas lo que considero para decidirme al respecto sino, más bien, el espíritu o el sentimiento que se tiene hacia la práctica, si se es apasionado o no.
Por esta razón –me da mucha pena– no me considero como un maestro. No quiero decir que enseñar esté mal o que no me guste enseñar (risas).

Hombu: Sí, sí, creo que la que propone también es una idea maravillosa sobre la enseñanza. Para terminar, Sensei, por favor díganos cuál es el tema y cuál es su meta en el entrenamiento de Aikido.

Takeda Shihan: Estoy sintiendo «sumikiri» (claridad absoluta); es difícil de explicar. Si tu mente está clara, creo que tu cuerpo se va a mover sin tu intención. Sin depender de tu voluntad, pero naturalmente de acuerdo con la situación. Si te quedás apegado a alguna cosa y permanecés en un sólo lugar, eso te causará estrés. No es sólo en nuestro entrenamiento que puede aplicarse esta idea, sino que la misma puede extenderse al propio estilo de vida. Lo mejor es hacer todo libremente. Esto está relacionado con «sumikiri». En otras palabras, no seas demasiado ansioso.

4 comentarios en “Entrevista a Takeda Yoshinobu Shihan

  1. Solange Araya

    Sol
    Nos pareció muy interesante la entrevista y agradecemos el haberla compartido. Estamos en un período de reflexión por lo que haber llegado a este sitio nos aporta bastante, aún sea mucho tiempo después de que esta entrevista haya sido publicada.
    Saludos

    Santiago, Chile

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