Fascinaciones I: los impresionistas y la cultura japonesa

Por Mariana D’Agostino

“Pero exagerado, también yo, mi personalidad, había buscado más bien, el carácter de un simple bonzo, adorador del Buda eterno.” Vincent van Gogh

The Japanese Fan, Gustave de Jonghe (1829-1893)

La primera vez que tuve contacto con la cultura japonesa fue cuando era muy chiquita. Mi tío, Emilio González, fue un buen violinista de tango, de esos cuyos padres echaron de la casa por ser rebeldes, es decir, por no tocar música clásica, por no respetar lo que les enseñaban en el conservatorio. Mi tío fue una especie de punk en su época. Y ese no acatamiento del orden establecido lo llevó lejos, más precisamente, a Japón. Mi tío tocó en varias orquestas de tango, incluso un día cualquiera, en El Federal, célebre bar de San Telmo, descubrí una foto de Troilo y, detrás a mi tío empuñando su herramienta, su nave espacial, su violín. Fue en la última gran orquesta típica, la de Carlos García, donde mi tío pudo viajar intensamente. Así, según contaba mi abuela, se pasaba meses y meses en Japón, tocando para los nipones que, hasta hoy en día, siguen fascinados por nuestra música ciudadana, el tango.

Cuando mi tío volvía –iba todos los años por períodos prolongados–, nos mostraba las monedas japonesas de yenes, con un agujerito en el medio. Ese mínimo detalle me permitía viajar hasta la isla. Solía imaginar a mi tío aplaudido por japoneses enardecidos por el tango y, hasta hoy en día, no comprendo bien el encanto que tienen por el género. Sé que muchos músicos viven de esos viajes y tienen esa doble vida, una oriental y otra occidental. Algún día encontraré la explicación a esa magia, tal vez sea el momento de buscarla.

Así como es un hecho que los japoneses querían escuchar a la orquesta de mi tío, también es un hecho que occidente se ve fascinado por oriente. Muchos practicantes de aikido comienzan a entrar en contacto con la cultura japonesa y terminan fanatizados. En este sentido, en el arte, siempre hubo una fascinación por oriente y, particularmente, por la cultura japonesa. Fascinaciones, esta columna, habla de esas relaciones mágicas. Sin pretender una explicación, la idea sería mostrar una red, un pequeño hilo que se conecta entre los dos mundos.

Vincent van Gogh, como algunos impresionistas, estaba perdidamente enamorado del mundo japonés. Este encantamiento comenzó en 1860 con las Exposiciones Universales de París y Londres, eventos en los cuales los pintores de ese movimiento acceden a los grabados nipones. Van Gogh estaba tan obsesionado por las xilografías de artistas japoneses que, en varios pasajes de sus cartas, esa gran obra de teoría estética, le confiesa a su hermano que siente que vive en Japón, por las similitudes que encuentra entre el sur francés (Arlés, donde producía sus trabajos) y los paisajes japoneses que lo habían atrapado. La cuestión es que van Gogh veía a Japón en sus paisajes y en sus pintura intentaba captar las pinturas japonesas. Así, es uno de los artistas que tuvo su “japonaiserie”, su serie de versiones impresionistas de obras niponas.

Saboreamos aquí algunas palabras e imágenes de esa intensa conexión:

“Los japoneses dibujan rápido, muy rápido, como el rayo, y es porque sus nervios son más finos, su sentido más simple.”

Carta a Theo van Gogh
5 de junio de 1888

 “El arte japonés es algo así como los primitivos, como los griegos, como nuestros antiguos holandeses, Rembrandt, Potter, Hals, V. d. Meer, Ostade, Ruysdaël. Esto no se acaba.”

Carta a Theo van Gogh
15 de julio de 1888

Árbol de cerezos en flor. ¿Cuál es de van Gogh y cuál es del pintor japonés Hiroshige?

“Envidio la extremada limpieza que tienen todas las cosas en los japoneses. Nunca es aburrido y jamás parece haber sido hecho apresuradamente. Su trabajo es tan sencillo como respirar, y pueden hacer una figura, con algunos trazos seguros, con la misma facilidad que si estuvieran abrochándose el chaleco.”

Carta a Theo van Gogh
15 de julio de 1888

“Si estudiamos el arte japonés, vemos a un hombre indudablemente sabio, filósofo e inteligente, que se dedica a qué ¿A estudiar la distancia de la Tierra a la Luna? No. ¿A estudiar la política de Bismark? No. Estudia una sola brizna de hierba. Pero esa brizna de hierba le lleva a dibujar todas las plantas, después las estaciones, los grandes aspectos de los paisajes y, por último, los animales y también la figura humana. Así transcurre su vida y la vida es demasiado corta para hacerlo todo.”

Carta a Theo van Gogh

Nuevamente, el encanto de Hiroshige en Puente bajo la lluvia, pero ¿cuál es la versión oriental y cuál la occidental?

“Basta con que el negro y el blanco sean colores también, porque en muchos casos pueden considerarse como colores, con un contraste simultáneo tan agudo como el del verde y el rojo, por ejemplo. Por otra parte, los japoneses los utilizan. Expresan maravillosamente bien el color mate y pálido de una jovencita y el agudo contraste de su cabellera negra con papel blanco y cuatro trazos de pluma. Sin contar sus zarzales de espino negros salpicados de mil flores blancas.”

Carta a E. Bernard
6/11 de junio de 1888

¿Resulta ahora más fácil decidir cuál es la cortesana de Takao Miuraya de van Gogh y cuál de Kesai Eisen?


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