Héroes anónimos

hirataUn samurái olvidado
Hiroshi Hirata es un verdadero artista tradicional de manga que impregna la industria desde los años 60’ con su toque ortodoxo y, a su vez, fino. Cuando digo “tradicional” no me refiero a sus métodos de dibujo, ni a las onomatopeyas a pincel que elabora, ni a su estilo acabado sino, particularmente, a su incansable trabajo de revisionismo sobre la historia de Japón.
Ese mismo revisionismo y pasión por la época feudal japonesa lo llevó a dar grandes frutos artísticos, más allá de que la crítica no lo ayudara o que no tuviera él la popularidad de los cabeza de serie de las grandes editoriales. Hirata sensei nunca fue “la gallina de los huevos de oro” de ninguna editorial; no obstante, podemos encontrar belleza y precisión en sus aplicados trabajos.

Cuando hablamos del sensei Hirata, no nos podemos olvidar de su gran caligrafía, dote que le valió una participación en la conocida obra “Akira”, de Katsuhiro Otomo, donde dibujó, ni más ni menos, que los signos アキラ (katakana) que dan nombre a la obra. También aportó su caligrafía a varias películas y otras obras.

En rojo, los trazos de Hirata sensei en el poster del film "Akira".
En rojo, los trazos de Hirata sensei sobre el póster del film.

Nacimiento del guerrero
Hiroshi Hirata nace en Tokyo un 9 de febrero de 1937. Tuvo una infancia agitada debido a la Segunda Guerra Mundial. De niño acogió el hobbie de la electrónica, tratando de arreglar todo aparato que encontrara en su casa. Más tarde, en plena adolescencia, sufrió la pérdida de su padre, y dado que era el mayor de los seis hermanos, tuvo que ponerse a la cabeza de la familia y de la empresa familiar (el padre de Hiroshi tenía un negocio de bombas de agua). A su vez, por aquella época, desarrolló un gran interés por la historia de su país, lo que lo llevó a investigar en librerías y bibliotecas, y a documentarse sobre distintos acontecimientos pasados.

Portada francesa de "Kyudo Shinkon". El Alma del Kyudo (1969).
Portada francesa de «Kyudo Shinkon». El Alma del Kyudo.

Hirata Sensei debutó en el mercado de los kashihonya¹ en 1958. Estas editoriales lo dejaron desarrollar libremente muchas obras, ya que no ejercían ningún tipo de censura, seguían una línea editorial más laxa y contaban con un público más variado. Sin embargo, los autores que trabajaban para estas editoras cobraban menos dinero, estaban un poco más relegados en cuanto a la industria y no se les respetaban sus derechos de autor. Pero como dice el mismo Hirata sensei, “no conocía otras editoriales ni tenía pensado salir a buscarlas”. En todo caso, el trabajo de aquella época le sirvió para poder hacerse un nombre y llevar por un tiempo la bandera del gekiga².
El gekiga proponía historias adultas, con tramas y personajes más maduros; en palabras del propio Hirata: “un gekiga es un drama realizado en papel, un drama en el que uno trata de alcanzar las profundidades del alma humana”. En 1967, consigue publicar una serie de historias sobre Zatoichi en la revista Magazine Five, que significarán la apertura para más historias como Nisha-den (1967), Chishio-gawa (1967), Bushido Muzan-den (1968), Kazashi Kenpo (1968), Kyudo Shinkon (1969) (un volumen de más de cuatrocientas páginas dedicado a la arquería japonesa) y un largo etc. Varias de sus historias obtienen un éxito bastante considerable, e incluso el famoso escritor y dramaturgo Yukio Mishima expresa su admiración por el trabajo de Hirata.

El eterno bushi
Hirata tiene un estilo muy claro, real; delicado pero expresivo, firme pero humano, dramático pero histórico. Posee una mezcla natural de todos los elementos mencionados, lo que le permite lograr un dibujo sólido y muy personal. Pero lo que tenemos que subrayar es el gran trabajo que hace el autor documentándose sobre sus historias; todos sus temas se apoyan sobre hechos verídicos del Japón feudal, y muchos de ellos, como él mismo transmite, fueron “olvidados y callados”. Su nivel de investigación es tal que para crear una de sus obras pasó diez años tomando datos y examinando documentos de los hechos antes de llevarla al papel.
Cuando le preguntaron a Hirata sensei sobre sus obras respondió lo siguiente: “No dibujo obras tan crueles y violentas porque me guste hacerlo así, si no que por ejemplo, cuando estalla una guerra los soldados se vuelven extremadamente crueles, son capaces de asesinar a todo tipo de personas si se lo ordenan sus superiores, desde niños pequeños hasta mujeres.
Cuando los soldados realizan estas acciones tan bestiales repetidas veces, terminan volviéndose prácticamente locos. Lo que yo quiero explorar a través de mis obras es el porqué estos soldados tuvieron que realizar acciones tan duras, tan crueles. No es expresar la crueldad sino explorar sus motivos y representarlo.”

heroes-anonimos-hiroshi-hirataHéroes anónimos
Héroes anónimos es un obra íntegramente creada por Hiroshi Hirata en 1993 y publicada por Kodansha (una de las editoriales más conocidas de manga en la actualidad). Contiene once historias cortas. Sin embargo, en esta oportunidad me voy a centrar en unas pocas, ya que son las que más me interesaron. Una de ellas es la del Perro Rabioso.

El relato sucede en pleno Japón feudal, en casa del daimyo Toshitsune. Los plebeyos del señor, miembros del escuadrón canino, están sacándole pequeñas porciones de arroz a la comida de los perros para así poder hacer menos miserable su existencia. A pesar de esto, nuestro protagonista, Kosuke, rechazaba amablemente su porción de arroz –perteneciente a los perros– e indicaba, cuando se le preguntaba, que no quería manchar el nombre de sus antepasados de mediano rango. Aunque las intenciones de Kosuke eran puras, su actitud provocó incertidumbre sobre sus compañeros, que temían que los delatara. Al poco tiempo, el perro más valioso y querido del amo, llamado Niomaru, enloqueció y atacó a Kosuke ferozmente. El muchacho no hizo más que defenderse; sin embargo, no pudo evitar producirle la muerte al animal en el proceso. Cuando las autoridades se enteraron del hecho juzgaron a Kosuke en el acto.

El plebeyo es juzgado junto al capitán de la brigada canina, Seizaemon Seoto, quien también recibe preguntas de sus superiores. El capitán explica que ninguno de sus diecinueve hombres había notado locura en el perro, y da lugar a que el acusado declare lo que vivió. El vasallo se limitó con mucha humildad a relatar los hechos según su perspectiva. Como para las autoridades la situación resultaba muy sospechosa, decidieron torturar al acusado hasta que contara realmente lo que había sucedido con el animal. La noche siguiente del primer día de torturas, el capitán entra furtiva y secretamente al recinto donde se encuentra Kosuke encarcelado. Seoto se acerca al muchacho para acabar con su vida, pero antes de que eso suceda, Kosuke le pregunta quién fue el que enloqueció al perro. El capitán le confirma que uno de sus hombres hizo enajenar al perro para involucrar a Kosuke en el crimen y, por consiguiente, tapar la situación que se estaba sosteniendo a espaldas del amo. Además le recuerda, con algo de asumida tristeza, la pobreza que Kosuke atravesaba (agravada por la enfermedad de su padre), situación que se repetía entre todos los demás miembros del escuadrón. Y también, cómo él le advirtió que su honestidad incorruptible despertaba sospechas en sus compañeros. Al finalizar la breve charla, el torturado le pide que acabe con su vida, afirma que no le guarda rencor ni a su persona ni a ninguno de sus compañeros; ya se sentía tranquilo de morir sin haber mancillado el honor de sus antepasados.

Seizaemon Seoto es encontrado al día siguiente muerto, tras haber cometido seppuku, y frente a su cuerpo es hallada una carta que trataba de explicar las causas de su decisión. En la carta, Seoto se hace cargo de haber matado al animal y asume toda la responsabilidad de sus acciones indebidas con la siguiente declaración: “[…]Me siento tan avergonzado por haber usado a Kosuke como chivo expiatorio por mi propio bien, que no me siento digno de dar la cara ante nadie. Ruego se perdone mi osadía al quitarme la vida con mi propio filo […]”. Por ultimo, con mucha humildad, pide que se tenga en cuenta que era inapropiado hacer que hombres de baja jerarquía se alimentaran peor que los perros del amo; “[…]quisiera solicitar la disolución de la brigada canina y la protección de sus miembros[…]”.

El caso se cerró disolviendo el escuadrón canino. No se inculpó a ninguno de sus miembros, los perros fueron donados a otros vasallos y Kosuke regresó a su casa. El daimyo Toshitsune en persona le ordenó ir a verlo para dialogar sobre el incidente ocurrido. El vasallo se mostró muy agradecido ante las palabras de reconocimiento que dio el señor por su gran honestidad; no obstante, no podía evitar sentir rabia por no haber dejado que Niomaru lo desgarrara con sus colmillos y, de esta manera, evitar el sacrificio del capitán. Estas últimas palabras de Kosuke lo hicieron recibir la recompensa del señor: “¡Declaro que el antiguo miembro de la brigada canina Kosuke tendrá derecho a partir de hoy a usar apellido y espada y se hará llamar Shinnosuke Oohito! ¡Como muestra de su reciente vasallaje, se le otorgan cien sacos de arroz! (la suma de cien sacos de arroz era excesiva para la época y más aún para una persona de su rango).

Algunos trabajos expuestos en el Festival Internacional BD d'Angoulême 2009. Fotos: Clan Takeda.
Algunos trabajos expuestos en el Festival Internacional BD d’Angoulême 2009. Fotos: Clan Takeda.

Nuestra siguiente historia se llama “El samurai deshilachado”, y lleva muy acertadamente ese nombre. Habiendo presentado el título del relato, nos situaremos una vez más en el apogeo del Japón jerárquico y feudal, donde se nos dará a conocer a Jinbe Ono, funcionario de una casa –podría ser cualquiera– que cada mañana, de camino a los aposentos de su señor, recogía ramas y troncos que encontraba por el camino. Esto irritaba a su regente, que no podía entender cómo un funcionario de tal jerarquía daba semejante ejemplo, rebajándose a recoger cosas como un pordiosero. Jinbe, con mucha confianza, afirmó que todo lo que está en el mundo lo ha otorgado el cielo, por lo que hay que utilizar las cosas sin desperdiciarlas. El superintendente seguía sin entender su comportamiento y lo tildó de estúpido, para lo que Ono argumentó: “Todo lo que no podemos hacer libremente lo hacen otras fuerzas ajenas por nosotros. Si pensamos que estas fuerzas son las de los budas y los dioses, podemos concluir que cada uno de nosotros vive gracias a su protección. Los dioses y los budas no crearon basura, por lo que recoger y dar un buen uso a ramas y troncos caídos es una acción de agradecimiento y veneración hacia ellos.” Ante la insistencia del superintendente, que ve como antinatural su comportamiento, Jinbe pretende dejar su puesto de guerrero en ese preciso instante, debido a que su idea es otra muy lejana a la de su superior. Por suerte se encontraba muy cerca el señor Tairo, quien no dudó en dar su opinión sobre estas dos posturas de pensamiento. El señor estuvo de acuerdo con la idea de Jinbe sobre la justa medida de las cosas, así como también con su superior que quería dar el ejemplo con las actitudes adecuadas. Sin embargo, le indica a Ono que sus hijos podrían recoger las ramas del suelo y que con esto se evitaría hacerlo él, dando así un mal ejemplo a los demás. Repentinamente, y al finalizar su diálogo, el señor descubre un hilo que le sobra, lo saca de su ropa y lo deposita en las manos de su vasallo. El funcionario lo guarda con delicadeza aunque fuese un simple hilo insignificante.

Tres años más tarde, el señor Tairo recibe de regalo un cinturón de un material poco frecuente. Tairo objeta que su cinturón, aunque esté algo viejo, aún sirve. Acto seguido, pide llamar a Jinbe Ono para que se presente ante él y le solicita aquel pedazo de hilo que le dio hace tres años. Efectivamente, el vasallo lo había guardado; con ese pedazo de material Tairo ata su viejo cinturón y concluye: “incluso, un hilito puede ser útil”. Y agrega: “es francamente loable su determinación por obedecer las órdenes de su señor hasta el punto de guardar con ahínco algo que no es más que un hilacho. Estoy pensando en aumentar el estipendio de Jinbe Ono a 300 koku³ de arroz con el fin de demostrar, no sólo a los guerreros Koga sino a todos los guerreros y habitantes del país, que cuidar de las cosas es importante”.

Cuando Jinbe llega a su casa se encuentra con su emocionada esposa Oyoshi, quien quiere confirmar la gran noticia. Sin más rodeos lo afirma con una discreta sonrisa y le recuerda: “¿no te dije una vez que tener cuidado con las cosas es como tener cuidado con uno mismo?”

Hirata sensei en su contexto de trabajo.
Hirata sensei en su contexto de trabajo.

¹ Tiendas de libros en alquiler, entre ellos manga, muy populares en el Japón de la post guerra
² Término acuñado en los 60’ por Yoshihiro Tatsumi. Se toma como primera obra con esta temática a Kuroi Fubuki de 1957. Recordemos la traducción de la palabra manga: “dibujo irresponsable” o “garabato” en contraposición con la de gekiga: «imagen dramática».
Este concepto lo inventa para diferenciarse de los mangakas de la época que, a la cabeza de Osamu Tezuka, realizaban principalmente historias dirigidas a un público infantil. El gekiga busca darles “historietas” a los niños que ya habían crecido y que querían seguir leyendo manga pero no tenían material para ellos en el mercado. Hirata, sin desearlo fervientemente, formó parte de esta corriente artística que influenció a todos los dibujantes de manga actual.
³ El koku originalmente fue definido como la cantidad de arroz teóricamente necesaria para alimentar a una persona durante un año. Un koku de arroz pesa cerca de 150 kilogramos. Durante el período Edo de la historia de Japón, cada han (feudo) era un cálculo de su riqueza y el koku era la unidad de medición. El han más pequeño era de 10.000 koku y el más grande (además del han del shogun) era de 1.025.000 koku.

A continuación podrán ver un interesante video subtitulado al español del maestro Hirata, marcando las diferencias entre un bushi (guerrero) y un samurái.

Hiroshi Hirata, en los últimos tiempos y durante sus apariciones, suele hacer un gesto con la mano tras la oreja. Eso es debido a que, por culpa de un accidente con unas pistolas en un campo de tiro, ha perdido gran parte de su audición y, pese a que le cuesta escuchar, se niega a usar cualquier tipo de audífono.

Fuentes biográficas:
http://ramenparados.blogspot.com.ar/2011/07/hiroshi-hirata-el-bushi-veterano.html
http://ramenparados.blogspot.com.ar/2011/11/entrevista-hiroshi-hirata.html

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